ALTAS CAPACIDADES. ¿ESTO CÓMO SE MIDE?

Las inteligencias y los test de IQ

Bienvenida de nuevo a mi blog.

Hoy voy a hablarte de la inteligencia y del cociente intelectual (IQ) desde un punto de vista práctico.

No lo interpretes como información veraz con un rigor científico impecable, sino más bien como dicha información pasada a través de mi filtro personal.

La inteligencia.

Existen tantas definiciones de inteligencia que es fácil perderse. Una de las que más me gusta es la siguiente: Inteligencia es la capacidad de razonar, planificar, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia.

Y de esta definición tan larga me quedo con una sola palabra: CAPACIDAD. Capacidad entendida como “posibilidad de hacer que algo ocurra”, sintetizándolo mucho. Las personas de altas capacidades tenemos, por tanto, más posibilidades. Ahora bien, tener la posibilidad no implica hacerlo. A la capacidad tendremos que sumarle la VOLUNTAD para hacer que esta inteligencia sea útil.

Personalmente el concepto de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1983) me parece más acertado. Esta teoría no considera la inteligencia única e igual para todos, sino que la distingue en diferentes apartados (inteligencia lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal, interpersonal, intrapersonal), considerando que todas las personas tienen una de ellas más desarrollada que las otras. 

Nada de esto vale mucho si no añadimos la inteligencia emocional de la que habla Daniel Goleman (1995) y que define como la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. En mi opinión el secreto está en gestionar nuestras emociones. ¿De qué van a servirme mis altas capacidades intelectuales si estoy aburrida, desmotivada, frustrada? ¿Qué pasará con mi capacidad de razonar, pensar y comprender si estoy sumida en una profunda depresión o padezco serios problemas de ansiedad?

Nota aclaratoria: Cuando hablo de altas capacidades (término muy generalizado) me refiero siempre a altas capacidades intelectuales. El día que seamos capaces de aunar altas capacidades intelectuales con altas capacidades emocionales estoy convencida que habremos dado con la piedra filosofal.

El cociente intelectual

Me centro de nuevo en el tema de las altas capacidades. Si decimos que la capacidad de una persona es alta es que la estamos comparando. ¿Comparando con qué? ¿O con quién? Aparece aquí el concepto de cociente intelectual (CI) —en inglés IQ— y los test de inteligencia, a los cuales opino que hay que dar una importancia relativa.

Inicialmente los test de inteligencia se crearon hace ya más de un siglo para medir la inteligencia de los alumnos en edad escolar. Para ellos se comparaba la inteligencia de una persona (su “edad mental”) con la esperada por su edad cronológica. A partir de aquí es una pura cuestión estadística: Los que se alejan del promedio por la parte baja de la tabla (menor puntuación que la mayoría) son definidos como personas con poca capacidad. Por otro lado, los que se alejan de este promedio por la parte alta (mayor puntuación que la mayoría), se consideran personas con alta capacidad.

Oficialmente se establece como mayoritario (y por tanto “normal”) un cociente intelectual entre 85 y 115. Se considera de alta capacidad una persona con un IQ igual o superior a 130.

¿Por qué decía yo que esto tiene una importancia relativa? Porque no es más que un número. Un número que te va a servir tal vez para dar respuesta a algunas preguntas. Una explicación a porqué eres distinta que la mayoría. La constatación de que no estás enferma ni tienes un problema, sino que perteneces a un colectivo minoritario con una serie de particularidades. Nada más. No es un código secreto que vaya a solucionarte la vida abriéndote todas las puertas. Es un punto de partida.

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