
¿De qué hablamos cuando hablamos de Altas Capacidades? (Desmitificando el tema)
Bienvenida a este blog que acabo de crear.
Mi nombre es Maria Elena. Tengo altas capacidades y soy madre de dos adolescentes que también las tienen. Desde aquí quiero hablarte de mis experiencias y de mis aprendizajes, para que puedas tener una visión en primera persona de este mundo. Estoy convencida de que te va a resultar interesante. Seguro que obtienes respuestas a preguntas que tienes aún pendientes en tu interior.
¿Te suena esto de las altas capacidades? ¿Y si te hablo de superdotados? Seguro que te ha venido a la cabeza Einstein y algún que otro gran científico. Tal vez también la imagen del empollón de la clase que saca excelentes en todo.
Borra.
Haz un reset.
Déjame empezar desde el principio. Voy a explicarte este concepto basándome más en mi experiencia que en la definición académica de diccionario (que para eso ya tienes internet).
Las personas que tenemos altas capacidades intelectuales (importante añadir lo de intelectuales) poseemos un cerebro que funciona de manera diferente al de la mayoría. ¿Qué significa diferente? Podríamos decir que estamos dotadas de un cerebro
más potente. Procesamos la información muy rápidamente. Somos muy analíticas, muy críticas y muy preguntonas. Necesitamos respuestas a todo. Poseemos también un alto sentido de la justicia y una alta sensibilidad.
Aparentemente un chollo, ¿verdad? Pues depende de cómo se gestione.
Hay quien lo vive como un problema y no le ve beneficio alguno. Y es que somos una minoría. MENSA (asociación internacional de personas con altas capacidades intelectuales) calcula que somos un 2% de la población. Imagínate.
Entonces ¿qué pasa? Pues que no encajamos con el resto del mundo y eso nos aísla. Muchas veces nos sentimos solas e incomprendidas. Se nos describe como personas poco sociables, solitarias y muy introspectivas. ¡Pero es que no nos toca otra!
Si nadie nos comprende, ¿qué vamos a hacer? Somos solitarias forzosas. Y eso no le gusta a nadie.
Yo de pequeña tenía amigos imaginarios con los que jugaba. Era mi manera de suplir a las amigas reales que no tenía. No me entendía con las niñas de mi clase, por eso siempre buscaba a las que eran unos años mayores que yo. Incluso prefería estar con adultos. ¡Por lo menos con ellos se podía hablar de temas interesantes!
En el colegio no es que todo vaya de maravilla. Aprender tan rápido y tener que andar repitiendo una y otra vez los temas porque los demás no los han asimilado desmotiva a cualquiera. ¡Menudo aburrimiento andar haciendo páginas y páginas de sumas y restas durante semanas! Con frecuencia esta desmotivación y este aburrimiento hace que nos desconectemos de la clase. Nuestra cabeza se va a otro sitio que nos parece más interesante. Y si no se pone remedio a esta apatía
y esta desconexión, puede llegar el fracaso escolar. Ya ves, puede ser que un alumno que está en su mundo, que no participa en clase, que suspende muchas asignaturas, que no se entera de nada, sea en realidad un alumno que sencillamente necesita otros estímulos porque lo habitual le sabe a poco.
Tenemos una enorme sed de conocimiento. ¡Nos encanta aprender! Si cada día hubiese lecciones nuevas seríamos felices. Pero hablaré del sistema educativo más adelante, en otro artículo del blog.
Si te has sentido identificada con algunas de las experiencias que te cuento, te invito a seguir leyendo este blog. De la misma manera, si crees que puede resultar interesante para alguien que conozcas, compártelo.
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