
LAS ALTAS CAPACIDADES EN EL ENTORNO LABORAL
En varios posts he ido comentando la dificultad que encontramos las personas de altas capacidades, ya desde nuestra infancia, para encajar en distintos entornos.
A medida que crecemos vamos desarrollando nuestras propias estrategias. Algunas nos diluimos tanto entre los demás que nos perdemos. Totalmente camufladas e invisibles.
Otras personas acentúan aún más la diferencia y la convierten en un modo de llamar la atención con un comportamiento disruptivo y, muy a menudo, incomprendido. Incluso puede ser considerado como un comportamiento digno de rechazo.
La gran mayoría, en mi opinión, estamos en un término medio entre el camuflaje y la inadaptación, sin saber las causas de lo uno ni de lo otro.
Me interesa ahora referirme a lo que nos ocurre en nuestro entorno laboral (y especialmente a las mujeres), porque es posible que estés viviendo alguna de estas situaciones sin saber por qué. Hasta es posible que pienses que estás haciendo algo mal, porque tu manera de hacer (tu resolución, tu implicación) no es la común.
En una entrevista de trabajo:
En general (ten en cuenta que siempre hablo de generalidades y no de verdades absolutas) las mujeres con altas capacidades no sabemos vendernos en una entrevista de trabajo: acostumbramos a ser modestas. Además, tenemos dificultades con las dinámicas de grupo porque tenemos pocas habilidades sociales. A veces se nos descarta en esta fase de la selección, obviando nuestro gran potencial para aportar creatividad e innovación a la empresa.
Incluso nuestro modo de comunicarnos —a veces torpe— puede hacernos parecer incompetentes, cuando la realidad es muy distinta.
Es importante tener en cuenta que no todas las personas de altas capacidades tienen diplomas o títulos universitarios (el fracaso escolar es considerable en nuestro colectivo) y no por ello somos menos válidas a la hora de desarrollar nuestro potencial. Si alguna responsable de RRHH me está leyendo ya sabe que un título tiene una importancia relativa, puesto que la demostración del desempeño de la tarea es lo que realmente interesa. Dadnos la oportunidad de demostrarlo.
Durante nuestra vida laboral:
Somos generosas para con nuestros compañeros. Ayudamos a los recién llegados y compartimos nuestra experiencia y nuestro modo de trabajar sin buscar segundas intenciones, porque en nosotras hay ausencia de rivalidad, de competición y esta actitud sorprende.
La organización de horarios puede ocasionar confusión: Podemos realizar en una mañana las tareas previstas para toda la jornada, por lo que cumplir un horario preestablecido nos resulta tedioso. Nos va mucho más el trabajo por objetivos.
Nos van los retos y las multitareas. Necesitamos nuestro espacio de creatividad. Nada de monotonía ni trabajos repetitivos. Es fácil que cambiemos de trabajo varias veces durante nuestra vida laboral, porque necesitamos constantemente notar que avanzamos.
Huimos de los cotilleos, de las familiaridades entre compañeros. Simpatía sí (una cosa no quita la otra), siempre teniendo claro que el trabajo no es lugar para establecer relaciones sociales.
Aunque sabemos trabajar en equipo, somos más individualistas, lo que nos permite ir a nuestro ritmo (que acostumbra a chocar con el del resto).
Como mujeres, además, sorprende (sí, aun hoy día sorprende) que podamos hacer observaciones perspicaces o aportaciones especialmente pertinentes. Se sigue esperando de nosotras menos ingenio y agudeza mental.
Debo añadir que el acoso laboral (mobbing) es un fenómeno más habitual de lo que se quiere reconocer y que las personas de altas capacidades no estamos exentas de sufrirlo. Acostumbra a darse en entornos laborales desorganizados, con una estructura caótica y liderazgo débil, con lo que es común que haya compañeros (incluso con cargos jerárquicamente superiores) que se sientan amenazados por una persona con talento, creativa, empática y que demuestra gran capacidad de trabajo.
Solemos sentirnos incomprendidas en el entorno laboral, por ello muchas mujeres de altas capacidades acabamos gestionando proyectos propios, convirtiéndonos en empresarias o autónomas.