LAS ALTAS CAPACIDADES EN EL ENTORNO LABORAL

LAS ALTAS CAPACIDADES EN EL ENTORNO LABORAL

 

En varios posts he ido comentando la dificultad que encontramos las personas de altas capacidades, ya desde nuestra infancia, para encajar en distintos entornos.

 

A medida que crecemos vamos desarrollando nuestras propias estrategias. Algunas nos diluimos tanto entre los demás que nos perdemos. Totalmente camufladas e invisibles.

 

Otras personas acentúan aún más la diferencia y la convierten en un modo de llamar la atención con un comportamiento disruptivo y, muy a menudo, incomprendido. Incluso puede ser considerado como un comportamiento digno de rechazo.

 

La gran mayoría, en mi opinión, estamos en un término medio entre el camuflaje y la inadaptación, sin saber las causas de lo uno ni de lo otro.

 

Me interesa ahora referirme a lo que nos ocurre en nuestro entorno laboral (y especialmente a las mujeres), porque es posible que estés viviendo alguna de estas situaciones sin saber por qué. Hasta es posible que pienses que estás haciendo algo mal, porque tu manera de hacer (tu resolución, tu implicación) no es la común.

 

En una entrevista de trabajo:

 

En general (ten en cuenta que siempre hablo de generalidades y no de verdades absolutas) las mujeres con altas capacidades no sabemos vendernos en una entrevista de trabajo: acostumbramos a ser modestas. Además, tenemos dificultades con las dinámicas de grupo porque tenemos pocas habilidades sociales. A veces se nos descarta en esta fase de la selección, obviando nuestro gran potencial para aportar creatividad e innovación a la empresa.

 

Incluso nuestro modo de comunicarnos —a veces torpe— puede hacernos parecer incompetentes, cuando la realidad es muy distinta.

 

Es importante tener en cuenta que no todas las personas de altas capacidades tienen diplomas o títulos universitarios (el fracaso escolar es considerable en nuestro colectivo) y no por ello somos menos válidas a la hora de desarrollar nuestro potencial. Si alguna responsable de RRHH me está leyendo ya sabe que un título tiene una importancia relativa, puesto que la demostración del desempeño de la tarea es lo que realmente interesa. Dadnos la oportunidad de demostrarlo.

 

Durante nuestra vida laboral:

 

Somos generosas para con nuestros compañeros. Ayudamos a los recién llegados y compartimos nuestra experiencia y nuestro modo de trabajar sin buscar segundas intenciones, porque en nosotras hay ausencia de rivalidad, de competición y esta actitud sorprende.

 

La organización de horarios puede ocasionar confusión: Podemos realizar en una mañana las tareas previstas para toda la jornada, por lo que cumplir un horario preestablecido nos resulta tedioso. Nos va mucho más el trabajo por objetivos.

 

Nos van los retos y las multitareas. Necesitamos nuestro espacio de creatividad. Nada de monotonía ni trabajos repetitivos. Es fácil que cambiemos de trabajo varias veces durante nuestra vida laboral, porque necesitamos constantemente notar que avanzamos.

 

Huimos de los cotilleos, de las familiaridades entre compañeros. Simpatía sí (una cosa no quita la otra), siempre teniendo claro que el trabajo no es lugar para establecer relaciones sociales.

 

Aunque sabemos trabajar en equipo, somos más individualistas, lo que nos permite ir a nuestro ritmo (que acostumbra a chocar con el del resto).

 

Como mujeres, además, sorprende (sí, aun hoy día sorprende) que podamos hacer observaciones perspicaces o aportaciones especialmente pertinentes. Se sigue esperando de nosotras menos ingenio y agudeza mental.

 

Debo añadir que el acoso laboral (mobbing) es un fenómeno más habitual de lo que se quiere reconocer y que las personas de altas capacidades no estamos exentas de sufrirlo. Acostumbra a darse en entornos laborales desorganizados, con una estructura caótica y liderazgo débil, con lo que es común que haya compañeros (incluso con cargos jerárquicamente superiores) que se sientan amenazados por una persona con talento, creativa, empática y que demuestra gran capacidad de trabajo.

 

Solemos sentirnos incomprendidas en el entorno laboral, por ello muchas mujeres de altas capacidades acabamos gestionando proyectos propios, convirtiéndonos en empresarias o autónomas.

 

DISINCRONÍAS EN LAS ALTAS CAPACIDADES

 

LA DISINCRONÍA EN LAS ALTAS CAPACIDADES

 

Las disincronías (desfases) en niños de altas capacidades se hacen evidentes desde la etapa infantil y pueden dificultar su proceso de aprendizaje —sobre todo en la escuela— si no son tenidas en cuenta.

Partiendo de la base de que el desarrollo de cada niño es distinto (y reconociendo que los niños de altas capacidades presentan ciertos rasgos comunes, aunque no necesarios ni excluyentes) podemos encontrarnos con las siguientes disincronías:

 

Disincronía interna:

Desfase entre distintos ámbitos de desarrollo del niño a nivel individual

 

  • Disincronía COGNITIVA – PSICOMOTRIZ

En la etapa infantil es frecuente que los niños de altas capacidades vivan sus primeras frustraciones cuando su cuerpo, aún en desarrollo, no le acompaña adonde su mente ya ha llegado.

Son niños que desean escribir cuando sus manos todavía no están preparadas para sujetar correctamente un lápiz. O que escriben con una caligrafía realmente difícil de interpretar porque la velocidad a la que desean expresarse resulta inalcanzable para sus dedos.

Puede ser que deseen llevar a cabo una determinada actividad que ya han resuelto en su cabeza, pero ven que físicamente no son capaces.

Además, carecen de las herramientas necesarias para expresar esta frustración, que muchas veces no saben identificar y que viven como un fracaso personal.

 

  • Disincronía entre LENGUAJE – RAZONAMIENTO

Su capacidad de razonamiento general va por delante de las adquisiciones verbales.

Son niños con gran rapidez de comprensión, que entienden los temas enseguida. En cambio, cuando el profesor les pide que lo explique, tienen dificultades para hacerlo puesto que no han memorizado las palabras exactas. Han entendido el concepto, aunque no sepan expresarlo. Pueden, por tanto, resolver un problema práctico a pesar de no ser capaces de exponer la teoría del mismo.

 

  • Disincronía INTELIGENCIA – AFECTIVIDAD

Su nivel de procesamiento cognitivo no se desarrolla a la misma velocidad que su afectividad. Eso les puede provocar que capten información con una fuerte carga emocional y que luego no sepan gestionarla adecuadamente.

Aparecen entonces reacciones como el miedo y la angustia, originados por temas a los que la mayoría de niños de su edad no dan importancia y que, en cambio, para ellos son vitales.

El hecho de pisar una hormiga, por ejemplo, puede provocarles un gran sentimiento de culpa por haber matado un ser vivo, ya que el tema de la muerte les preocupa generalmente desde una edad muy temprana.

 

Disincronía social:

El desfase entre el desarrollo del niño de altas capacidades y lo que la norma establece como adecuado para los niños de su edad

 

  • Disincronía NIÑO – ESCUELA

Los alumnos con altas capacidades se caracterizan por presentar unos niveles de desarrollo intelectual más elevados, más rápidos y con intereses más avanzados a nivel tanto de contenidos como de metodología de aprendizaje.

Esto choca con una organización escolar donde se impone un ritmo homogéneo a todo el alumnado sin tener en cuenta sus diferencias individuales.

 

  • Disincronía NIÑO – FAMILIA

Los padres acostumbran a ser los primeros que reconocen las altas capacidades de sus hijos y, al mismo tiempo, quieren que se ajusten a la norma. A veces los padres no saben satisfacer la curiosidad de sus hijos ni le proporcionan modelos adecuados, debido generalmente a puro desconocimiento.

 

  • Disincronía NIÑO – COMPAÑEROS

Existe una diferencia entre los intereses de los niños con altas capacidades y los demás niños de su misma edad cronológica. Ello provoca que tengan dificultades de relación entre ellos y que muchas veces los niños de altas capacidades se aíslen, porque se sienten incomprendidos. Mientras unos se preocupan profundamente por temas como la justicia, el origen del universo o la muerte, los otros se dejan llevar por el juego y no se plantean estas cuestiones.

Es habitual que los niños de altas capacidades prefieran relacionarse con chicos mayores que ellos. En el parque, estos niños acostumbran más interesados en las conversaciones de las madres que en interactuar con los demás niños.

 

 

Por todo ello se hace evidente que los niños de altas capacidades necesitan el acompañamiento de personas conocedoras de estas características para ayudarles, sobre todo, en la identificación y gestión de su mundo emocional. Su gran capacidad debe ir de la mano de herramientas para potenciar su uso de la mejor y más adecuada manera.

EL AMOR EN LAS MUJERES INTELIGENTES

EL AMOR EN LAS MUJERES INTELIGENTES

 

Acabo de leer un libro de Antoni Bolinches titulado “El síndrome de las supermujeres (por qué las mujeres de éxito tienen más dificultades amorosas)”

 

*Puedes ver mi breve comentario sobre el libro en este otro artículo de mi blog

 

El libro me ha hecho pensar en las mujeres de altas capacidades. Hayamos tenido o no éxito profesional (ya sabes que tener altas capacidades no es garantía de ello), lo cierto es que muchas de nosotras sí tenemos dificultades relacionales (y eso incluye también las relaciones de pareja).

 

Permíteme que copie aquí un breve texto que se atribuye a  Gabriel García Márquez sobre las mujeres inteligentes porque contextualiza de maravilla lo que mis palabras no alcanzan a describir con tanta precisión:

 

La mujer inteligente

 

A cuántos hombres he escuchado decir que desean a una mujer inteligente en sus vidas…

Yo los animaría a que lo pensaran bien.

Las mujeres inteligentes toman decisiones por sí mismas, tienen deseos propios y ponen límites.

Tú nunca serás el centro de su vida porque ésta gira en torno a ella misma.

Una mujer inteligente no va a dejarse manipular ni chantajear, ella no se traga culpas, asume responsabilidades.

Las mujeres inteligentes cuestionan, analizan, discuten, no se conforman, avanzan.

Esas mujeres tuvieron vida antes de ti y saben que la seguirán teniendo una vez que tu te hayas ido.

Ella está para avisar, no para pedir permiso.

Esas mujeres no buscan en la pareja a un líder a quien seguir, a un papá que les resuelva la vida, ni un hijo a quien rescatar.

Ellas no quieren seguirte ni marcarle el camino a nadie, quieren caminar a tu lado.

Ella sabe que la vida libre de violencia es un derecho, no un lujo ni un privilegio.

Ellas expresan enojo, tristeza, alegría y miedo por igual, porque saben que el miedo no las vuelve débiles de la misma forma en que el enojo no las vuelve “masculinas”.

Esas dos emociones y las demás, todas en conjunto, la vuelven humana ¡Y ya!

Una mujer inteligente es libre porque ha peleado por su libertad.

Pero no es víctima, es sobreviviente.

No trates de encadenarla porque ella sabrá como escapar.

Recuerda que ya lo ha hecho antes.

La mujer inteligente sabe que su valor no radica en la apariencia de su cuerpo ni en lo que haga con él.

Piénsalo dos veces antes de juzgarla por su edad, estatura, volumen o conducta sexual, porque esto es violencia emocional y ella lo sabe.

Así que… antes de abrir la boca para decir que deseas a una mujer “inteligente” en tu vida, pregúntate si tú realmente estás hecho para encajar en la suya.

 

Y, sin ánimo de ofender (y a riesgo de ser tratada como engreída), mucho de esto hay. Este texto nos presenta a la mujer inteligente como autosuficiente, independiente, decidida y empoderada que no necesita a un hombre a su lado para sentirse plena y realizada. Y la realidad es que una mujer así no es apta para la mayoría de los hombres. Porque una mujer así asusta.

 

Y una mujer así se queda sola, o disimula su verdadero potencial (con la consecuente insatisfacción personal), o se conforma con un hombre que la complemente en alguna área de su vida (sacrificando otras), o va encadenando fracaso tras fracaso, a la espera de dar algún día con el hombre adecuado.

 

Yo soy de las que asusta. Lo sé. Y he encontrado hombres —los más valientes— que se han atrevido a confesármelo “No funcionaría. No estoy a tu altura”. Lejos de sentirme elogiada, lo que siento se parece más a la resignación. Regresa esa adolescencia en la que me daba cuenta de que no sabía cómo acercarme a los chicos (ni ellos a mí). En aquel entonces opté por bajar el listón para encajar.

Ahora sé que eso no funciona, que lo que toca es aceptar.

 

Nos toca aceptar.

 

Aceptar que no se trata de encontrar a nadie que nos complete (porque ya venimos completas de serie), sino que nos acompañe. Que deseamos compartir la vida con una pareja porque nos apetece, no por necesidad.

 

Aceptar que tal vez llegue, tal vez no. Y posiblemente así, aceptando —sin expectativas, sin urgencia, sin necesidad— posiblemente ahora llegue quien tiene que llegar.

LA MOTIVACION NO SIEMPRE VIENE DE SERIE

LA MOTIVACION NO SIEMPRE VIENE DE SERIE


La motivación es la chispa que nos lleva a tomar acción.


A veces la tenemos tan integrada que es natural seguirla. Es ese hacer porque me apetece, porque el cuerpo me lo pide.

Otras veces nos hace falta acompañamiento externo (obtener un premio o una recompensa) para activar esta motivación.


¿Y qué pasa cuando no sirve ni una ni otra?

¿Qué sucede cuando aparece la desmotivación a tu alrededor, cuando la descubres instalada en tus hijos?


Ayúdales a gestionar esta desmotivación y salir de ella. Puedes seguir estos pasos:


Para empezar, busca información.

Indaga. Ve hasta el origen (dónde se inició, por qué, qué sucedió). Para ello debes establecer una buena comunicación. Y una buena comunicación implica tiempo.

 

Empieza escuchando. Escuchando de verdad, con todos tus sentidos. En plena presencia.

No sirve escuchar mientras preparas la cena o piensas en tus cosas. No. Mírales a los ojos, que perciban sin lugar a dudas que les escuchas.


Si de entrada son reacios a hablar, ten paciencia. Es necesario crear el clima adecuado, un espacio donde se sientan cómodos y acogidos sin juicios. Escucha para comprender, no para juzgar. Háblales tú de tu día, de tus emociones. Comparte tu mundo, así irás creando este marco de confianza que les permita animarse a compartir el suyo.


Puede ser que descubras que no se sienten integrados en su grupo de amigos, que se sientan distintos, raros. Diferentes. Te toca entonces hacerles ver que ser distinto no es malo. Al contrario. Descubrir nuestras diferencias y potenciarlas es lo que nos hace especiales. Y cuando digo especiales no hablo de orgullo ni soberbia, sino de ver en nuestra originalidad (cada uno la suya) aquellas características nuestras particulares que tenemos para aportar al otro. Porque ser como todos es no ser nadie.


Tal vez lo que les sucede es que se aburren porque la metodología escolar no se adapta a ellos. No le ven el sentido práctico a las mecánicas de ejercicios y su mente se desconecta. O requieren de un ritmo más rápido, que les resulte más estimulante. Entonces es cuestión de reforzar la motivación en casa y hablar con el centro escolar para tratar el tema. Si lo consideras oportuno, pide asesoramiento (la mayoría de centros tienen su gabinete psicológico de apoyo).


Proporcionarles una variedad de actividades también ampliará su abanico de relaciones, al estar en contacto con diversidad de grupos. Eso amplía las posibilidades de encontrar un grupo afín a sus intereses, maneras de ver el mundo y de comunicarse.


Vigila la hiperexigencia y el perfeccionismo. Analizar tanto todas las posibles variables puede hacer que se bloqueen y se vean incapaces de decidir. Es la parálisis por análisis. Si eso sucede a la hora de elegir hacia dónde encaminar sus pasos a nivel profesional (elegir una carrera, un futuro), lo mejor es ayudarles a poner el foco en sus fortalezas y ver con ellos distintas opciones.


Si esa apatía y esa desmotivación la detectamos solo en casa, tal vez haya detrás miedos, obsesiones, creencias limitantes u otros motivos que su subconsciente controla y no ellos. En tal caso estaría bien echar una mirada a la situación familiar abordándola desde el punto de vista de las terapias sistémicas o revisiones energéticas cuánticas. Mi experiencia me demuestra que son muy efectivas.


Pídeme información si te interesa seguir profundizando en este tipo de terapias.


En palabras de Carl Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino”.

EL FRACASO ESCOLAR EN LAS ALTAS CAPACIDADES

EL FRACASO ESCOLAR EN LAS ALTAS CAPACIDADES


Sí, existe.

Uno de los falsos mitos sobre las altas capacidades y, a mi parecer el más extendido, es que nuestro expediente académico es brillante.


Cuando hablamos de alumnos con altas capacidades la primera imagen que viene a la cabeza es la del empollón sabelotodo con gafas rodeado de libros. Creen que tenemos que destacar en todo, que nos interesan todas las asignaturas y que no sabemos hacer nada más que estudiar.


Pero nuestra realidad es otra bien distinta:

Pensamos tan rápido, procesamos tan rápido la información y tenemos tan buena memoria que la mayoría de las veces no tocamos los libros fuera de clase. Nos hemos acostumbrado desde la infancia a tener suficiente con escuchar al profesor y ya se nos queda todo grabado.


Entonces será verdad que nuestras notas son brillantes, porque si tenemos tanta facilidad…

Pues no. Ni de lejos. Ser tan rápidos tiene sus inconvenientes.


Cuando mi hijo iba a la guardería (tenía 2 años) se paraba delante de todos los coches aparcados que encontrábamos por el camino y leía las matrículas. Letras y números ¡Le encantaba hacerlo! Pero luego en clase de eso no se hablaba. Y se pasaba un trimestre entero trabajando el color amarillo. ¡Tres meses para un color! Y nada de letras por ningún sitio.


¿Y recuerdas cuando te enseñaron a sumar? Te pasaste meses haciendo páginas y páginas de operaciones. Semana tras semana. Los famosos cuadernillos de deberes. ¿Para qué? Ya está. Ya aprendiste a sumar. ¿Era necesario repetirlo cada día al llegar a casa? No tenía nada de emocionante. Es más, eso aburría a cualquiera. Por eso muchas veces pasábamos de los deberes, o los hacíamos de malos modos y con mala letra. Por pura desgana.

Y luego el profesor se quejaba:

“Lo sabes hacer mejor. Repítelo” ¡Encima eso!


O lo tenías que repetir porque sabes de sobras que dos más dos son cuatro, pero estabas pensando en otra cosa y habías escrito otra cifra… O habías hecho los cálculos del problema de cabeza y se te había olvidado escribir todas las operaciones paso a paso…


¿Y recuerdas la frustración de llegar a clase el primer día de curso después del verano y escuchar a la profesora diciendo “repasaremos lo aprendido el curso anterior”? ¿Cómo? ¿Otra vez? Y te volvías a imaginar la pesadilla de los cuadernos de problemas, que eran de lo más repetitivo e insulso del planeta. Toda tu ilusión por aprender algo nuevo se desvanecía en un momento.


Ahí, en la infancia, empieza muchas veces la desmotivación, la apatía, el aburrimiento, el desinterés por lo que el profesor explica. ¿Qué sentido tiene tanta repetición? ¿Y por qué los demás parece que no se enteran? ¿Tanto les cuesta?


Entonces desconectamos. Descubrimos que mirar por la ventana es más divertido (o por lo menos pasan cosas distintas con más frecuencia). Nos quedamos pensando en nuestras cosas. Nos aburrimos soberanamente. Perdemos todo interés. Yo creo que hasta perdemos la fe en la escuela: Ese lugar donde se supone que iban a enseñarnos cómo funciona el mundo.


Pasan los años y llegamos a cursos superiores. Seguimos con nuestro sistema de atender en clase (si la materia nos resulta interesante) y repasar como mucho el día antes del examen haciendo una lectura rápida del temario. No tenemos hábitos de estudio porque hasta el momento no nos ha hecho falta. Ahora, en cambio, es necesario un trabajo diario y constante para sacar la nota a la que estábamos acostumbradas.


Eso pasa a veces en bachillerato, aunque hay quien consigue alargar hasta la universidad el sistema del repaso en el último momento. Lo que ocurre es que eso ya no funciona. Ya no nos sirve. Y entonces estamos perdidas. No se nace sabiendo estudiar y nadie nos ha enseñado a hacerlo. No tenemos ese hábito y no se puede pretender que de la noche a la mañana lo adquiramos. Entonces llega el fracaso. Los primeros suspensos. ¡Pero si somos tan listas! ¿Cómo puede ser?


Yo misma era una chica de notas excelentes durante toda la primaria (en mi época se llamaba EGB) y notas muy buenas en bachillerato (incluso con alguna matrícula de honor), pero sacarme la carrera me costó mucho. Y no entendía por qué mis compañeras, aparentemente menos listas, sacaban el curso mejor que yo.      

Y es que me daban una semana para repasar y estudiar antes de los exámenes finales y yo no sabía cómo hacer eso. ¿Qué era repasar y estudiar? ¿Leerlo todo de nuevo?


Además, una cosa era aprender y la otra aprobar el examen. Sintetizarlo todo en un espacio limitado y en un tiempo también limitado. Nunca entendí el concepto “examen”, la verdad. Para mí, lo verdaderamente importante era saber más y más.


La realidad es que, por desmotivación, por falta de hábitos, por apatía o porque ya no confiamos en el sistema, los datos oficiales hablan de un 50% el fracaso escolar entre estudiantes con altas capacidades. El porcentaje aumenta al 80% si hablamos de bajo rendimiento escolar.

Ya ves lo lejos que queda eso de tener un expediente académico brillante.


¿A qué se debe esta situación? ¿A los profesores? ¿Al sistema educativo?

Vamos a ver: los profesores no son el enemigo. Durante sus estudios de magisterio (pedagogía o ciencias de la educación o como lo llamen ahora…) poco —o nada— les han hablado de los alumnos con altas capacidades. Pueden ver que te distraes, o que no haces bien los deberes, y te etiquetan de vaga, cuando lo que sucede es que estás desmotivada. O molestas con tus inacabables preguntas de temas que “no tocan”.


A veces incluso se ponen a la defensiva cuando ven que sabes más que ellos en algunos temas y piensan que les vas a poner en ridículo.

Para un profesor que no ha estado formado en altas capacidades es muy complicado detectarnos.


Y en caso que ya estés detectada como alumna con altas capacidades y tengas un informe de un psicólogo que lo corrobora, ¿entonces qué? ¿Se lo decimos al centro? En caso de hacerlo ¿a quién?, ¿al tutor, al orientador/psicólogo?


Oficialmente la ley reconoce que los alumnos con Altas Capacidades tienen unas necesidades educativas especiales (NEE), pero su aplicación práctica es complicada y muchas veces inexistente. Entonces ¿nos va a servir de algo decirlo?


Es una respuesta que merece una profunda reflexión y creo que no se debe responder sin analizar tu caso particular, ya que depende de muchos factores. El principal a tener en cuenta: tu estado emocional.


Te invito a leer mi artículo sobre la importancia de la INTELIGENCIA EMOCIONAL y cómo potenciarla. Además, estaré encantada de recibir tus comentarios al respecto.


Gracias por dedicar parte de tu tiempo a leerme

POTENCIAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

POTENCIAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Howard Gardner hablaba del concepto de las INTELIGENCIAS MÚLTIPLES (1983). Esta teoría no considera la inteligencia única e igual para todos, sino que la distingue en diferentes apartados:

  • Inteligencia LINGÜÍSTICA: El dominio del lenguaje, la comunicación oral, no verbal, escrita. La habilidad comunicativa es un factor importante en nuestra vida.
  • Inteligencia LÓGICO-MATEMÁTICA: Como su propio nombre indica, está relacionada con las matemáticas: deducir, calcular.
  • Inteligencia MUSICAL: La relacionada con la música en todas sus facetas, desde la composición hasta la interpretación.
  • Inteligencia ESPACIAL: La que nos sirve para entender planos y mapas y trasladarlos a tres dimensiones. Nos permite hacernos imágenes mentales con rapidez.
  • Inteligencia CORPORAL-CINESTÉSICA: La que requiere el empleo de las habilidades físicas. Especialmente desarrollada en gimnastas, deportistas, bailarines…
  • Inteligencia INTRAPERSONAL: Implica una gran capacidad de autoconocimiento, introspección y regulación de las emociones.
  • Inteligencia INTERPERSONAL: Capacidad para las relaciones con los demás y la sociabilización. Personas que son especialmente válidas en funciones de atención al cliente, negociación, trato humano, asistencia personalizada…
  • Inteligencia NATURISTA: La desarrollan especialmente las personas que tienen facilidad para conectar con animales, plantas y con la naturaleza en general.

A mi parecer nada de esto vale mucho si no añadimos la INTELIGENCIA EMOCIONAL de la que habla Daniel Goleman (1995) y que define, muy resumidamente, como la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos.

¿De qué nos sirven nuestras inteligencias y talentos si estamos tristes, deprimidas, frustradas o desmotivadas?

Es fundamental conocer nuestras emociones y aprender a gestionarlas. Porque el ser humano siempre comunica. Hasta cuando no quiere comunicarse está comunicando que no quiere comunicarse. Y nuestra manera de comunicar nunca es neutra. Nos comunicamos en todo momento desde la emoción. Además, todo lo que hacemos o dejamos de hacer es fruto de nuestras emociones, aunque luego queramos buscarle una justificación racional.

Las dos emociones primarias son el MIEDO y el AMOR.

De ellas se derivan las 4 emociones básicas: IRA, TRISTEZA, MIEDO y ALEGRÍA.

Las emociones son pura química. Son la respuesta a un estímulo, fruto de nuestra interpretación. Y toda emoción nos pide una acción. (Etimológicamente emoción proviene del latín emovere: movimiento).

El MIEDO nos advierte de un peligro y nos pide preparación. Es el instinto de supervivencia el que habla.

La IRA suele ser fruto de una sobrecarga emocional. Nos pide poner límites.

La TRISTEZA nos lleva siempre al pasado. Aquí y ahora la tristeza no existe.

La ALEGRÍA es enormemente atractiva y placentera. Expande nuestro cuerpo.

Has de saber que las emociones no son buenas ni malas. Todas cumplen su función. No podemos prescindir de ninguna, aunque tenemos que tratarlas en su justa medida. Aquí entra la inteligencia emocional.

Te detallo a continuación los 5 pilares de la inteligencia emocional, 

que son la base para potenciarla:

  1. AUTOCONOCIMIENTO: Debes ser consciente y realizar un acto de introspección para saber cómo eres. Conocer tus luces y tus sombras —que todos tenemos— y aceptarlas. Saber cómo te comportas, cómo reaccionas, y por qué —o para qué— lo haces.

Se consigue con formación (libros, videos, audios) y acompañamiento, si es necesario.

  1. AUTOREGULACIÓN: Gestionar estas emociones.

La meditación nos ayuda a tomarnos nuestro tiempo. A dominar ese espacio entre el estímulo y la respuesta. Es ahí donde reside nuestra libertad de actuación.

  1. AUTOMOTIVACIÓN: Para cualquier causa que quieras emprender, deberás motivarte. Es la chispa que encenderá el fuego. Luego añade disciplina para mantener esta motivación inicial.

Es necesario que busques razones poderosas para tomar acción.

  1. EMPATÍA: Saber ponerse en el lugar del otro es básico para desarrollar una inteligencia emocional sana. Eso sí, hay que ser realista y comprender al otro evitando fundirse en él y perder la perspectiva.
  1. HABILIDADES SOCIALES: Tener una buena capacidad para mediar y trabajar en equipo. Aunque para algunas personas resulta más fácil que para otras, es una cualidad que puede ejercitarse y entrenarse.

Si quieres profundizar en este tema y estás interesada en mi acompañamiento para optimizar la gestión de tus emociones, te invito a que consultes el apartado de formación on line en esta web, donde seguro que encontrarás la formación que se adapte a tus necesidades.

LA INTENSIDAD EN LAS ALTAS CAPACIDADES

LA INTENSIDAD EN LAS ALTAS CAPACIDADES

Con demasiada frecuencia, se pasa por alto el lado emocional de las altas capacidades. A pesar de que alabamos su complejidad intelectual, rara vez contemplamos —y mucho menos alabamos— la profundidad y complejidad emocional que la acompaña.

La complejidad emocional adicional de los niños de altas capacidades se manifiesta de muchas formas diferentes. No se puede decir que estos niños simplemente se sientan «más» que sus compañeros; en cambio, es más exacto decir que se sienten de manera diferente. Pueden experimentar una amplia gama de emociones, a veces todas a la vez, y experimentan estas emociones con una intensidad que sugiere que las sienten de una manera única que lo abarca todo. Para un niño de altas capacidades el mundo es un lugar vívido y totalmente absorbente, y el impulso del niño por experimentar todo lo que percibe a su alrededor es fuerte hasta el punto de ser casi abrumador.

Esta intensidad emocional se expresa a menudo de formas tan complicadas como se sienten:

– Los sentimientos se amplifican en su intensidad: los sentimientos positivos como la alegría y el amor, así como los sentimientos negativos como el dolor y la ira, son especialmente fuertes y, a veces, los sentimientos tanto positivos como negativos pueden entrelazarse entre sí o ir y venir erráticamente.

– Las emociones a menudo se sienten somatizadas: problemas de estómago, un corazón que se calma o se acelera, sonrojos y dolores de cabeza pueden surgir de emociones intensas, y lo hacen con más facilidad y frecuencia de lo que normalmente se ve en personas sin talento.

– Mayor autoconciencia: Con ser más consciente emocionalmente viene la desventaja de ser a menudo más consciente de uno mismo, de cómo uno puede aparecer ante los demás o afectarlos. Esto puede llevar a una mayor inhibición o timidez, y si no se controla, puede resultar en sentimientos de inferioridad debido a la autocrítica frecuente.

– Memoria afectiva aguda: los niños de altas capacidades a menudo recuerdan eventos emocionales de manera más aguda y pueden tender a revivirlos y «volver a sentirlos» durante mucho tiempo después de que ocurran.

– Mayor ansiedad: esto incluye una predisposición a la preocupación y la culpa, y también puede llevar a sentimientos de estar fuera de control.

– Depresión y conciencia morbosa de la propia mortalidad: Muchos niños de altas capacidades contemplan temas relacionados con la muerte y la pérdida a una edad temprana cuando no están preparados para afrontar estos pensamientos, lo que a menudo conduce a miedos existenciales, pesimismo y desesperanza.

– Fuerte empatía y apego a los demás: los niños de altas capacidades se preocupan fácilmente por los demás (tanto los animales como las personas) y, a menudo, demuestran una mayor sensibilidad en las relaciones. Con frecuencia se unen con tanta fuerza que se vuelven «pegajosos» y propensos a la soledad. Estas cualidades suelen generar conflictos si no se comprenden correctamente.

Estos rasgos emocionales son muy comunes en los niños de alta capacidad, de hecho, incluso los usamos para detectar las altas capacidades en la prueba de detección de altas capacidades en línea. Las manifestaciones de complejidad emocional con frecuencia se malinterpretan como signos de inestabilidad emocional, en gran parte debido a la creencia arraigada en la sociedad occidental que sugiere que las emociones y el intelecto son entidades separadas e incluso contradictorias. Las emociones, tanto en personas de altas capacidades como en las que no, se tratan con demasiada frecuencia como responsabilidades que deben ser reguladas, domesticadas y, en última instancia, controladas.

Al adherirse a esta visión miope y fuertemente limitada, muchas personas pasan por alto el hecho de que son nuestras alegrías y pasiones las que tan a menudo alimentan nuestro deseo de ejercitar nuestras capacidades intelectuales, aprender y crear grandes obras. Asimismo, ignorar este aspecto de la superdotación a menudo lleva a que los niños de altas capacidades se sientan alienados, como si estuvieran «locos», y como tales terminan envueltos en intensos conflictos internos que los distraen de alcanzar su máximo potencial como individuos. Ergo, tratar de eliminar la complejidad emocional de la experiencia de las altas capacidades puede considerarse equivalente a socavar las altas capacidades en sí mismas.

En cambio, a los niños de altas capacidades se les debe enseñar a ver su mayor sensibilidad e intensidad como una parte normal, aceptable y explicable de quiénes son. A quienes rodean al niño también se les debe enseñar a ver el esquema emocional del niño como algo normal para él o ella, y a no ridiculizarle por reaccionar enérgicamente a cosas que consideran triviales por naturaleza. (Idealmente, a todos los niños se les debe enseñar a ver la sensibilidad como una habilidad mejorada, en lugar de una debilidad).

Mediante la creación de un entorno de crianza y aceptación, podemos enseñar a los niños de altas capacidades a aceptar sus emociones, evitando así (con suerte) que se sientan aislados, deprimidos y demasiado autocríticos.

Todo esto no sugiere, por supuesto, que los niños de altas capacidades deban ser tratados como simples flores frágiles, demasiado delicadas para disciplinarlas o criticarlas de alguna manera. Si bien la disciplina debe tener en cuenta sus naturalezas únicas, debe ejercerse de manera apropiada y según sea necesario. Los niños de altas capacidades, incluso más que otros niños, requieren la estructura y la seguridad que proporciona una disciplina tranquila y constante. Solo asegúrese de explicarle al niño por qué las reglas son las que son; Los niños de altas capacidades tienen mucha dificultad para seguir reglas de las que intelectualmente no pueden ver el sentido.

Además de proporcionar la disciplina adecuada, asegúrese de alentar a su hijo a que se abra emocionalmente (una escala de calificación del 1 al 10 para varias emociones puede ayudar a los niños de altas capacidades a expresar y comprender la intensidad de sus sentimientos); cuando se abra, practique la “escucha activa” y no juzgue, interrumpa ni moralice. De manera similar, nunca intente invalidar o minimizar las emociones de un niño simplemente porque las encuentre demasiado intensas; en cambio, tranquilice al niño y ayúdelo a encontrar formas saludables de descargar estas emociones extremas.

Los padres pueden hacer mucho para mitigar las tendencias autocríticas al no enfatizar demasiado los logros académicos o recompensar al niño por los resultados en lugar del esfuerzo honesto. No espere un desempeño impecable o niveles adultos de responsabilidad de un niño simplemente porque tiene altas capacidades, y asegúrese de enfocarse en sus fortalezas más que en sus debilidades.

Recuerde también que es normal tener dificultades para criar a un niño de altas capacidades; en lugar de reaccionar a sus propias frustraciones naturales, busque información, asesoramiento o asesoramiento profesional según sea necesario (para usted y su hijo).

Al poner en práctica todo lo que se describe anteriormente, puede ayudar eficazmente a su hijo no solo a aceptar su rico mundo interior, sino también a abrazarlo y disfrutarlo. Esto, a su vez, permitirá a los niños de altas capacidades explorar plenamente sus talentos únicos, prosperar y alcanzar logros a lo largo de sus vidas.

Traducción de un artículo original de la Dra. Tali Shenfield, psicóloga infantil especializada en altas capacidades intelectuales, publicado en julio de 2016.

 

PIGMALION EN EL AULA

PIGMALION EN EL AULA

 

En 1968, Rosenthal y Jacobson realizaron un estudio en USA sobre el efecto que la mirada del profesor tenía sobre los alumnos.

Este estudio se conoce como “EL EFECTO PIGMALION” (el título original inglés era “Pygmalion in the Classroom”) y funcionó así:

A principio de curso, un grupo de reconocidos y reputados psicólogos pasaban un test de inteligencia a los alumnos. Era un test innovador, muy completo y preciso. El resultado designaba qué alumnos eran los más brillantes y acabarían el curso con unas calificaciones excelentes y así se les comunicaba a los profesores.

Hubo dudas por parte del profesorado, ya que algunos de los alumnos designados habían obtenido hasta el momento resultados académicos muy pobres y parecían no tener cualidades destacables.

A final de curso, efectivamente se comprobó que los estudiantes que ese curso obtuvieron las calificaciones más brillantes eran los que el test había designado.

Entonces los psicólogos les contaron a los profesores que en realidad la elección de los alumnos se había hecho completamente AL AZAR. Los test no llegaron a evaluarse.

Los profesores se indignaron. Se sentían engañados. Pero… un momento. Engañados ¿por qué? El resultado obtenido por los alumnos era real, por tanto, no hubo tal engaño.

¿Qué había pasado? ¿Qué había cambiado? La MIRADA del profesor.

Al creer que el alumno tenía potencial, se le empezó a tratar distinto, se le empoderó. Y eso lo cambió todo.

Si esto lo puede hacer un profesor en el aula durante un curso académico, imagínate el poder que tenemos las madres.

A menudo subestimamos el poder de nuestra MIRADA. Y nuestra mirada es uno de nuestros superpoderes como madres. Así como tratemos a nuestras hijas, a nuestros hijos, así serán.

LA SOLEDAD EN LAS ALTAS CAPACIDADES

LA SOLEDAD EN LAS ALTAS CAPACIDADES

He estado dudando si publicar este texto en el apartado “PASABA POR AQUÍ (mis reflexiones)”, porque va a ser esto: Una reflexión.

En mi opinión, las personas de altas capacidades sentimos la soledad de una manera más profunda que los demás y tenemos consciencia de ello antes.

¿En qué me baso? En la manera diferente que tenemos de ver el mundo, por ejemplo. Recuerdo imágenes de mis hijos cuando eran bebés. Aún no sabían hablar y ya miraban todo a su alrededor con unos ojos ansiosos de devorar cada detalle. Con una curiosidad insaciable y, a la vez, les notaba un destello de perplejidad especial.

Me transmitían esa sensación de querer saberlo todo y no entender nada de nada. Es como darse cuenta demasiado pronto de que el mundo es más complejo de lo que parecía. Y mamá está ahí, pero no me ha dado las instrucciones para descifrar tanto enigma.

Al crecer un poco más y empezar a interactuar con otros niños, la sensación de estar más despiertos que los demás, de apercibirnos del entorno de otra manera, agudiza esta incomodidad. Es un no saber cómo gestionar todo lo que se mueve alrededor y ver que los demás lo viven de otra manera.

Ahí la diferencia se hace más evidente. “Antes solo estaba mamá, y ella lo controla todo (claro). Me lleva mucha ventaja. Ahora estoy entre iguales —o eso pensaba— pero aquí no parece que yo encaje…”

Notamos este precoz desarrollo neuronal al compararnos con los demás niños. Ellos, a su vez, también notan que no vamos a la par. Y vuelve esa sensación de soledad. Soledad acompañada de incertidumbre. Incertidumbre por sentirnos solas aunque tengamos mucha gente a nuestro alrededor.

“Y si me siento sola estando con gente, significa que la rara soy yo”

Y crecemos. Empezamos a entablar conversaciones y descubrimos que tenemos un vocabulario distinto, unos intereses distintos. Inquietudes diferentes, perspectivas distintas. Nos parece estar viviendo en una realidad paralela que solo nosotras entendemos. Y la soledad se acrecienta. Nos vemos forzadas a un exilio voluntario.

Esta soledad pesa.

Y sigue pesando en la adolescencia, porque la llevamos ya incorporada.

Cuando se hace insoportable y decidimos huir de ella, lo hacemos sin tener las suficientes herramientas. Caemos muchas veces en espejismos. Tapamos esa soledad con cualquier relación (aunque sea insana), con cualquier adicción (al juego, a la comida, a las drogas…).

Nos lleva años —a veces décadas, a veces la vida entera— darnos cuenta de que el vacío de esta soledad interior no se llena con nada del exterior.

 

Este vacío se soluciona siguiendo unas pautas:

. ACEPTACIÓN: Reconocer nuestra diferencia. Aceptarla y potenciarla. Lo que nos hace distintas es precisamente lo que nos hace atractivas para el mundo. Ser como todos es no ser nadie.

. AMOR: El amor que necesitamos para llenarnos solo lo podemos generar nosotras. Los vacíos interiores (abismos sin fondo, a veces) solo se llenan desde el interior.

 

Cuando todas y cada una de nosotras aprendamos a aceptarnos y a amarnos como el tesoro que somos, el mundo se llenará de mujeres IMPARAVLES, porque el mundo sabe que no hay nada que pueda vencer a una mujer que se acepta y se ama a sí misma.

Ahí empieza una relación de perfecta simbiosis donde todas ganamos. Mejoramos el mundo con nuestra unicidad, y a su vez el mundo nos mejora. Ofrecemos nuestra mejor versión al mundo, y el mundo nos responde del mismo modo.

 

LAS EXPECTATIVAS EN LAS ALTAS CAPACIDADES

LAS EXPECTATIVAS EN LAS ALTAS CAPACIDADES

 

Popularmente se dice que nacemos con un pan bajo el brazo.

La realidad es que nacemos con EXPECTATIVAS bajo el brazo.

Nací con expectativas bajo el brazo: Las de mis padres, las de mi familia entera. Las de mi entorno.

Cuando crecí y mis altas capacidades resultaron evidentes, las expectativas crecieron exponencialmente.

“Con lo inteligente que tú eres, debes llegar a…”

“Con tu nivel, debes relacionarte con…”

Se esperaba de mí un determinado comportamiento, un determinado resultado, un determinado camino a tomar. Con las mejores intenciones, desde luego. Eso no lo pongo en duda. Yo, por mi parte, me fundí tanto en esas expectativas que las acabé creyendo mías. Inconscientemente adopté como propias las expectativas de los demás, de manera que me enfoqué en cumplir ese sueño. Tomé ese rumbo sin cuestionármelo.

Me propuse como objetivo de vida el sueño que otros tenían sobre mí. Y ese es un peso muy difícil de cargar. Por definición, las expectativas no se cumplen. Nunca. Porque una expectativa es en realidad una fantasía de futuro que hemos imaginado. Y el futuro nunca acaba siendo como lo habíamos imaginado. Es distinto siempre. No sé si mejor o peor, pero distinto siempre.

Como puedes imaginar, la decepción estaba asegurada. La decepción de los demás, que habían depositado en mí esos sueños (convendría analizar el por qué). Y también mi doble decepción. Doble porque sentí que había fallado a los demás al no cumplir esas expectativas. Me sentí incluso culpable por ello. Y, a la vez, sentí que me había fallado a mí misma al darme cuenta de que esas expectativas que perseguía ni siquiera eran mías.

Todos decepcionados.

Los demás, porque “les he fallado”

Yo, porque “he fallado a los demás” y “me he fallado a mí misma”.

¿Te imaginas a qué locura conducen las expectativas?

 

¿Tiene esto lógica para ti?

Revisa qué haces y, sobre todo, por qué lo haces.

¿Lo haces realmente por ti? Entonces adelante con ello. Creer firmemente en lo que se hace es éxito asegurado, porque no habrá tormenta ni oscuridad que limite.

 

¿Lo haces por los demás? Eso… Eso ya es otro tema.