Y SOLTAR EL ORGULLO

vulnerable

Y SOLTAR EL ORGULLO


Permitirme llorar. Mostrarme vulnerable, imperfecta.


Hoy suelto. Suelto la necesidad de ser mi mejor versión en todo momento.


Hoy no me veo capaz de mantener esa eterna fachada de maravillosa perfección (cuando a veces ni yo me aguanto), de alegre (cuando las lágrimas se me descontrolan), de tener siempre la respuesta correcta (aunque ni siquiera haya entendido la pregunta), de saber usar la palabra exacta en el momento adecuado.

De tener la verdad absoluta. La razón.


No quiero seguir cargando con esta farsa.


Hoy estoy triste, deshecha. 

Rota.

No veo el vaso medio lleno —tampoco medio vacío— porque hoy ni siquiera consigo ver el vaso.


Y he decidido admitirlo, aceptarlo. Vivirlo. Porque así soy: vulnerable, imperfecta.

Y he decidido compartirlo contigo. Hacerlo público, visible. Porque todo lo que escribo es real, muy real. Y hoy mi realidad es ésta. Un día llorón, oscuro y triste.


Y le doy su espacio.


Aceptar que me siento así ya alivia la carga. Si además de sentirme como me siento debo luchar contra lo que siento, entonces entro en una espiral sin sentido. Esa no es la vía.


Transitar lo que siento.

Dejarme en paz.


Y dejar que lo que tenga que venir venga.


Soltar.

Soltar el orgullo de querer controlarlo todo.

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